
AUTOR: Juan Ramón Jiménez
DATO CURIOSO:Juan Ramón fue Premio Nobel de Literatura en 1956.
EDITORIAL: Anaya
Nº DE PÁGINAS: 229
RESEÑA: La historia trata sobre un dócil burrito llamado Platero y las aventuras que vive con su dueño en el pueblo en el que viven. Es un libro de poesía y el autor recrea su niñez a través de Platero, al que describe como su mejor amigo y al animal más fiel y dócil que puede haber.
Cuando terminas de leer Platero, te das cuenta realmente de que Platero no es un burro, Platero es una persona. Te das cuenta durante la historia porque el burro parece "entender" lo que le dice su amo y esto no es una tontería, porque es un burro muy listo. El autor incluye críticas a la sociedad de la época mediante sus descripciones de los sucesos y en los diálogos. No me extraña para nada que su autor haya sido Premio Nobel, pues he de decir que me encanta cómo escribe porque aunque la poesía puede llegar a ser muy abstracta, recrea a la perfección la vida que quiere enseñar y es muy fácil imaginárselo todo: los espacios del pueblo por los que se mueven, los personajes, los sucesos acaecidos etc.
Tengo que decir que yo me leí este libro por primera vez cuando tenía 11 años y, aunque había cosas que no entendía, no se me hizo difícil y comprendí la historia demasiado bien para tener 11 años y no tener ni idea de la literatura española. Hoy en día entiendo un poco más pero la historia viene a ser la misma que entendí en su momento, pues como dice Juan Ramón Jiménez: "Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se nos ocurren."
PUNTUACIÓN: 8/10
CITA:
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...